domingo, 27 de febrero de 2011

Recordar a Papá

Hoy volvi a leer esta carta que le escribieron a Papá en la revista del CASI. Ojalá pueda ser algun dia tan grande como lo fue él.....la comparto otra vez con uds.

Querido Juan,
Que difícil es esto de despedirte y que bueno seria tener “tu pluma” para hacerlo como te mereces.
Aunque me haya tocado a mi, seguramente muchos de tus amigos sentirán lo mismo que quiero expresarte en estas líneas, aunque cada uno con sus propias vivencias.
Hace unas semanas que te fuiste y al entrar al “club” me di cuenta que el CASI nunca va a ser el mismo para mí y para muchos otros. Entrar al bar y no verte sentado en una mesa o en el patio bajo el árbol, en esas charlas eternas con Manolo, Lavandina, el colorado, el traquea, el Corto, Papincho y tantos otros.; o seguir caminando hasta la paleta y no disfrutar de esa partida de escoba a “matar o morir” con Memo; o llegar a secretaría y no poder hablar de las cosas de nuestro club, me provocan un gran dolor y un enorme vacío.
Fuiste un excelente profesional, quienes te vimos trabajar lo sabemos muy bien; pero quizás tu trabajo de escribano no fuera una de tus pasiones, sino simplemente un medio de vida.
Tus pasiones pasaban por otro lado.
Pertenecías a una familia tradicional de San Isidro de la cual estabas orgulloso, como así también del pueblo que te vio nacer.
Estoy viéndote en estos momentos, rodeado por tu circulo mas querido, ahí están Gloria, Juancho, Cande, Coco y Iaia; estuvieron a tu lado hasta el ultimo suspiro, y si tus amigos nos sentimos tristes y desgarrados, no puedo ni imaginarme su enorme dolor ante tu ausencia. Como te gustaba todo lo relacionado con la tradición, la tierra, el campo, y el folklore; y en cuanto podías te hacías una escapada al campito en Olivera. Entrar en tu casa era ver la guitarra apoyada en un sillón, aunque tocarla y cantar en público no te gustara mucho. Esa pasión por el folklore que compartíamos y, gracias a esto, tengo atesorada una versión de “blanca y azul” de los chalchaleros que me mandaste un par de semanas antes de enfermarte; gracias por haberme dejado este recuerdo.
Tenias una fuerte personalidad, callado e introvertido, una rectitud envidiable, muy inteligente. Nunca dejaba de sorprenderme tu análisis de las cosas, mirando siempre el bosque y no el árbol. Y que mejor ejemplo para entenderte, si te veíamos jugando al golf o simplemente caminando en la búsqueda de alguna semilla caída de un árbol, que iba a parar en algún recipiente en el patio de tu casa para esperar ser transplantada. Sabias que iban a pasar veinte años para poder ver ese árbol grande, pero no importaba “había que sembrar para el futuro de las generaciones venideras”.
Días pasados, revisando mis cajones en casa encontré una foto de la sexta división que me regalo Mariano Aguilar, en la que estamos los tres; la de Guille Galeazzi ¿Te acordás?; también las de la reserva y las del 74 en el plantel superior cuando salimos campeones, el año en que también nos casamos.
Cuantas cosas en común; los veranos en Chapadmalal con nuestros hijos muy chicos en “Los kelpers” y unos años mas tarde saltando el cerco para compartir sombrilla. Las amistades de Juancho con Willy y de Cande con Chantal que aun perduran, los años de comisión, el proyecto San Isidro Labrador en Benavidez; tantas vivencias juntos que uno no aprecia hasta que las pierde.
Y si me pongo a hablar de lo que hiciste por nuestro club no termino más. ¿Te diste cuenta alguna vez que, de los 24 años que separan el 79 del 2003, formaste parte de la comisión directiva en 16?, y ni hablar de las subcomisiones.
Te sabias los estatutos de memoria, como así también la historia del atlético; eras un libro abierto con cientos de anécdotas y cuentos que nos hacían reír mucho, porque, aunque serio y callado, eras un tipo con gran sentido del humor.
Nunca me voy a olvidar del centenario, cuando los ex presidentes me dijeron que siguiera otro mandato más y que presidiera el club en ese año tan importante. Me temblaban las piernas ante tamaña responsabilidad y te pedí que me acompañaras como vicepresidente. Tu respuesta fue negativa porque estabas cansado de tantos años de comisión, lo cual era muy cierto. Yo pensaba “no puede ser otro que Juan”. Insistí y te dije “esta camiseta me queda muy grande, por favor acompañame”, y como siempre, con la grandeza que te caracterizaba, aceptaste, por lo que te voy a estar eternamente agradecido.
Pasaste por casi todos los cargos del club y por mucho tiempo; pero más valioso que la cantidad fue la calidad de tu dedicación. Recuerdo aquellas reuniones de comisión un poco acaloradas y sin mucha claridad; tomabas la palabra y en unos pocos minutos se hacía la luz. Los que estuvimos en la dirigencia conocíamos de tu sabiduría y teníamos gran confianza en tu criterio; sin duda el CASI va a extrañar tener un dirigente de tus quilates.
Como bien dijo Gordi al despedirte, “tenía meritos y condiciones para ser capitán, pero nunca quiso serlo”. Sin ningún lugar a dudas pudimos tener un presidente de lujo pero nunca quisiste. También decía que te ibas con la tribuna llena de gente del club de tus amores; y vaya que lo era que hasta nos animamos a ponerte una camiseta al costado para el viaje.
Sin duda estarás disfrutando al lado de alguien a quien hace unos años atrás, a raíz de un retiro del rugby que hiciste, y a modo de testimonio, le dedicaste unas estrofas que me atrevo a transcribir:

Me enviaste Señor y temeroso
vine aquí sin saber a que venía,
esperaba el tormento, la agonía,
pero el perdón recibo, generoso

¿Por qué a mi señor? Me ha sorprendido
soy parte de tu cruz, soy tu calvario;
soy la lanza, la espina y el sicario
que por treinta monedas te ha vencido.

Tú lo mismo, Señor, me das la mano,
abierta y franca. Y así el cristiano
que había en mi retorna y ve la luz,
dispuesto, en Maria y en Jesús,
a cumplir, por amor tu voluntad
y a comenzar de nuevo. En libertad.

En ese momento descubrí el poeta que llevabas dentro.
Querido Pez: hoy lamento no haber disfrutado mas de tu compañía y no haberte dicho muchas de estas cosas personalmente.
Para despedirte no se me ocurre nada mas justo que la estrofa de la canción que dice “cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar, la llegada de otro amigo”
Se nos fue un grande de verdad.
Chau, hasta siempre
Guillermo

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